Universidades, jóvenes y el voto

Según datos del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), para las Elecciones Regionales y Municipales 2018, unos 6 millones de electores, fue menor de 29 años de edad, seguido por unos 5 millones de electores entre los 29 y los 39 años de edad. Estos dos grupos sumados son la mitad del total de votos posibles para una nueva elección, de cara a las convocadas para el próximo año. No es equivocado decir que el voto está en manos de los jóvenes, porque en realidad, a partir de los cuarenta es que se considera a una persona adulta, obvio, no con exactitud matemática.

Revisaba estos datos pensando en un mensaje de un gran amigo y mejor corrector y escritor, Arturo Valdivia, preocupado por el futuro de nuestro país de cara a esta nueva contienda electoral. La razón de la preocupación es clara y todos la tenemos, asumo: décadas llenas de políticos que, salvadas excepciones, nos han mostrado el lado más perverso de la corrupción si era posible luego del descalabro de los noventas con Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos a la cabeza.

Lo que sigue no es mi idea, es suya: Las universidades locales deben tomar la posta para generar insumos que nos permitan elegir sobre la base de una evaluación de lo que significa el servir en política. La academia debe, en estos momentos, preparar no solo material que pueda difundirse en redes sociales sino a través de medios de comunicación tradicionales para que las personas tengan una idea de qué es el deber de un congresista, cuáles son sus facultades y prerrogativas. También organizar, aún a costa del poco tiempo que tenemos, debates que puedan ser retransmitidos entre los candidatos a congresistas.

Los jóvenes quieren hablar de política, que se les diga la verdad, quieren saber que es un verdadero líder, de parte y de boca de aquellos a los que son sus referentes: sus docentes. Los jóvenes, como me decía Arturo, “Aún no están corruptos y son la esperanza de nuestra Nación”, también lo creo con firmeza. Unos minutos en cada clase, generar diálogo, escucharlos, retroalimentarnos con su percepción y darles aquello que necesitan: una formación en valores. No se trata de politizar el aula, sino hablar de Política, sin miedo, porque el debate construye, no retrasa, el debate ayuda a despejar ideas, acogiendo la del otro y generando una sinergia para algo más grande. Señores rectores es la hora de apostar por nuestros estudiantes.

Artículo aparecido en Diario Exitosa 19.10.2019

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